Después de Cinco viudas sueltas donde interpretó a Samanta Palacio, una cuchibarbie, vendedora de bienes raíces, que mantiene su belleza a punta de bisturí y exhibió para envidia de sus colegas y amigas a su guapo y joven marido Marcelo, quien en realidad es una estafa en cuanto a virilidad se refiere. Inició una imparable durante años, gira nacional con su monólogo ¿Y si me caso qué?, dirigido por Germán Quintero, en el que ella canta, actúa y se burla de sus propios dramas.
Luly recuerda el personaje de Samanta y se identificó con ella: “En esa guerrera que tenemos las mujeres cabeza de hogar que no contamos con nadie. En Colombia somos tantas las mujeres solas a las que nos toca responder por gente que está esperando en casa que uno salga y consiga la papa… Yo soy madre soltera, Samanta no tenía hijos, pero estaba enloquecida por tenerlos, hizo una cantidad locuras para quedar embarazada. Y me identifico con esa capacidad de reír aun cuando es patético lo que a uno le pasa. Criar a Lucciani y a Ángelo sola no fue fácil…No. Pero ellos son mi prioridad, quiero que salgan adelante, que fijen un derrotero. Tienen el arte metido en las venas, son tremendos pintores. Lucciani, dibuja que es una cosa loca. Y a pesar del matoneo que sufrió en el colegio, el pequeño (Ángelo) está estudiando en casa. Las profesoras de los primeros colegios donde estuvo lo quieren mucho y me consiguieron uno virtual”.
“Desde que terminé La teacher de inglés, Germán, que sabe que yo canto y compongo, me dijo: Montemos algo. Cuando terminé Las cinco viudas, él iba a mi casa a que yo le contara mi vida. Escogimos el personaje de María para hacer la catarsis. Hay seis canciones mías, una se la escribí a mi mamá en septiembre de 2011 y ella se me murió en noviembre. Pero cuento esto como si estuviera viva, o nos ponemos a llorar. La obra es mamando gallo, me doy durísimo, me burlo de mis errores. Las mujeres se identifican con esa ceguera sentimental que todas padecemos cuando una pareja no nos conviene. Habla de más sapos que príncipes en su vida… Sí, en la obra hago un recorrido por esos sapos que tuve en Nueva York, por ese intento de casarme. En Colombia rescato a un par de príncipes y hablo del sapo mayor con el que tuve el infortunio de meterme y el problema del video. Y ya como Luly, invito al público a que me ayude a matar esos fantasmas y cuando el personaje me dice: Ve, yo compré esta camarita, por qué no nos filmamos bien rico mientras hacemos el amor y luego nos vemos, digo lo que implicó eso y por qué sí o por qué no yo creo que uno debe o no filmarse”.
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Luly Bossa, exitosa en todas sus facetas
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