Desde hace más de 10 años, el corregimiento de Taganga, un pueblo de pescadores que se ha convertido en el destino de extranjeros, algunos por la belleza que brindan los paisajes, y otros porque consiguen droga a bajo precio, ha escondido el drama de menores que venden sus cuerpos a los turistas a cambio de dinero o de irse del país.
Situación que hoy por hoy no cambiado, y aún siguen lugares donde existen focos de explotación sexual infantil de menores, entre los 14 y 17 años, que pese a la captura de uno de sus principales promotores Assi Moosh (Ben-Mush), continúa las incidencias de este flagelo en el balneario.
En años anteriores, investigadores de la Universidad del Magdalena realizaron un estudio sobre “Caracterización de la explotación sexual infantil en Taganga”, a fin de identificar los canales de distribución e intermediación usados allí. Por lo que nos preguntamos:
¿Los políticos que visitan a Taganga, por qué no se pronuncian en torno a los casos de droga, explotación sexual y el comercio ilegal, males que cada día toman más fuerza? ¿Qué puede detener el avance de este pueblo más que estas problemáticas? ¿Por qué no permiten que empresarios inviertan en Taganga?
Interrogantes cuyas respuestas deben darlas quienes hoy dirigen a Taganga y hacen creer otra cosa a la población. Ningún lugar no crece sin una economía sólida y sustentable y, que los proyectos a ejecutar son siempre pensando en el beneficio de sus habitantes y no de unos pocos.
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