RED DE PROTECCIÓN: Para que en este fin de año no hayan más menores quemados por uso de polvora
La RED DE PROTECCIÓN quiere que recordemos a Juan Manuel Casas perdió los dedos de su mano izquierda por culpa de la pólvora cuando tenía solo 10 años. Por ella, otros perdieron la tranquilidad y hasta la vida. Historias de huellas imborrables.
Mami: ¿cierto que los dedos me vuelven a crecer? Esa fue la primera pregunta que Juan Manuel Casas le lanzó a su mamá al ver que a su mano izquierda le faltaban cuatro dedos y que en la mano derecha su dedo meñique ya no estaba. Lo preguntó porque pensaba que, como pasa con algunos personajes fantásticos, de esos que se ven por televisión, su cuerpo de niño se volvería a regenerar.
El hecho ocurrió en 1999 al sur de Cali, Hoy tiene 29 años y sentado en la sala de su casa, en el barrio La Selva, dice sentirse contento de poder contar su historia para que a nadie le pase lo mismo. Lo hace sabiendo que en esta época, de fiestas de fin de año, el uso indiscriminado de pólvora se dispara.
El drama de Juan Manuel ocurrió el 31 de diciembre de 1998 y fue su curiosidad de niño la que provocó el accidente. Llegaba el año nuevo y Juan quería felicitar a sus tíos que vivían frente a su casa, ubicada en ese entonces en el barrio Caney Especial I, justo ahí, y antes de llegar donde sus parientes, se encontró con sus amigos de cuadra: niños de 10 años, “nos encontramos un pedazo de culebra “dijo y continúa relatando: “Una que había prendido un vecino. Me dijeron: vamos a cogerla a ver si le queda algo para quemar. Queríamos arrancarle la petaca (la cola de la culebra), pero como éramos chiquitos no podíamos. Primero intentó mi amiguito, tenía como 7 años, pero no pudo. Luego intenté yo. Mi amiguito halaba del otro lado la culebra. Yo no sé si fue el calor de la mano, pero de un momento a otro todo se puso en blanco…Hace una pausa, respira y con los ojos fijos en sus manos recuerda que tras la explosión hubo silencio y que esas manos estaban rojas. Brotaba tanta, pero tanta sangre, cuenta, que no podía apreciar el daño.
Ahora, 18 años después, este joven alto y buen mozo, economista de profesión, entrega sonrisas de dientes perfectos que se le escapan a su timidez. Los días de guardarse las manos en los bolsillos ya pasaron. Pero tampoco las exhibe, si no es necesario. En su terapia sicológica aprendió que no hay que andar pregonando sus dolores.
“Yo lo que quiero es que la gente vea que la pólvora es muy peligrosa. Solo es bonita, pero bien lejos. Los niños son muy curiosos, hay que cuidarlos mucho en esta época. Es que yo de verdad no entiendo: ¿cuál es la gracia de comprar algo para verlo explotar? Yo ya había visto cómo un vecino se quemó cuando se le explotó en la cara una mesa llena de pólvora. Lo que pasa es que uno no cree que le va a pasar”, asegura.
Usar pólvora no es un juego, es cuestión de vida o muerte. Lo dice Juan Manuel.
Recordar la historia de Juan Manuel, es un llamado de alerta para que nadie más tenga que llevar en su cuerpo las huellas de unas amargas fiestas; denuncie a través de la página www.reddeproteccion.org y junto al senador Armando Bennedetti, trabajemos unidos para que en estas fiestas de despedida de año, no se registren casos como este, si conoce de lugares o personas que comercialicen pólvora o mira a menores haciendo uso de ella, infórmelo mediante esta plataforma www.reddeproteccion.org , la pólvora no es un juego
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