Es tiempo de regalos y las entidades animalistas aprovechan para recordar que las mascotas no son un juguete. La conciencia es clave para que no acaben siendo abandonados una vez no cumplen las expectativas que algunos habían puesto en ellos y no se han visto cumplidas. Quizá pueda ayudar a concienciar este dato: el 32% de los perros abandonados de más de ocho años, enfermos o con un «físico poco atractivo» no llegan a ser adoptados y acaban muriendo en los refugios, según un estudio de la Lliga Protectora d’Animals i Plantes de Barcelona hecho público este lunes en un comunicado.
Este centro de la capital catalana ha potenciado las adopciones de perros de perfil «poco adoptable» con la campaña ‘Ellos también esperan’, y de las 49 mascotas de estas características que han participado, 11 que siguen en el refugio dos años después.
Desde septiembre del 2015, cuando se inició el proyecto, 33 de estos perros han sido adoptados, mientras que uno fue cedido a otra asociación con un entorno más adecuado para pasar sus últimos días, tres fueron acogidos indefinidamente con familias, y los 11 restantes continúan en el refugio –tres tienen entre ocho y 12 años; seis, entre cinco y ocho años, y dos, entre uno y cinco años–.
MIEDO Y DESCONFIANZA
El encargado del refugio, Enric Solé, ha explicado que, a pesar de que se consiguen muchas adopciones de perros y gatos, «algunos quedan sistemáticamente al margen», ya sea porque muestran miedo o desconfianza, o porque su físico o enfermedades no los hacen atractivos para muchos adoptantes.
Han detectado que los perros con estancias más largas son los miedosos, que necesitan crear un vínculo y un entorno más tranquilo que la ciudad; los catalogados como perro potencialmente peligroso (PPP); los que tienen problemas de conducta –a menudo por la mala socialización de dueños anteriores–, y los de rescates, que al haber vivido circunstancias complejas tienen dificultades para relacionarse.
«Suelen entrar con desconfianza hacia la gente que no conocen, aunque en el refugio mejoran su conducta gracias a la atención de cuidadores y voluntarios», ha apuntado Solé, que ha añadido que cuanto más tiempo pasan en el refugio, más complicada resulta su adopción.
GATOS DEPRIMIDOS
En el caso de los gatos, la estadística se eleva porque empiezan a dejar de ser «atractivos para los adoptantes» a partir de los tres o cuatro años, lo que lleva a elevar la estadística del número de felinos que no consigue entrar a un hogar.
En el 2016, se adoptaron 27 gatos acogidos al programa, pero nueve murieron sin ser adoptados, a pesar de la campaña realizada, mientras que en 2017, hasta octubre, se han adoptado 35 gatos del mismo programa –21 de ellos menores de cinco años– y tres han muerto en la protectora.
«La mayoría de los gatos que ha pasado su vida en un hogar y de pronto se ven en la protectora, suelen caer en depresión, dejan de comer y tienen un alto riesgo de dejarse morir de pena», ha explicado el responsable del refugio, que ha destacado que en estos casos es prioritario encontrarles una familia lo antes posible.
DIARIOCORDOBA