Vladímir Putin se distancia del partido oficialista Rusia Unida, la formación política en la que se ha apoyado desde su irrupción en el Kremlin, hace ya más de tres lustros. Durante su conferencia de prensa anual con centenares de periodistas locales y extranjeros, el presidente ruso anunció ayer que concurriría a las elecciones presidenciales previstas en marzo como candidato «independiente», aunque confiaba en recabar el «respaldo» de «fuerzas políticas, partidos y organizaciones sociales».
Con este gesto, el máximo dirigente ruso parece querer impulsar la imagen de un líder paternalista, que está por encima de las mundanas luchas políticas y que, en última instancia, no quiere verse salpicado por eventuales acusaciones de corrupción. Rusia Unida está presidida por el primer ministro Dmitri Medvédev, muy cuestionado entre la opinión pública local después de que el líder opositor Alekséi Navalny difundiera graves acusaciones de desvío de fondos, que impulsaron masivas protestas en todo el país antes del verano.
Nadie duda que el actual jefe del Estado será reelegido para un nuevo periodo de seis años, que muy probablemente será el último ya que, de acuerdo con lo estipulado por la Constitución, la misma persona no puede presidir la Federación Rusa más de dos mandatos consecutivos.
La ausencia de candidatos de peso en la carrera presidencial que puedan siquiera hacer sombra a Putin también fue abordado por el dirigente ruso durante su intervención. Según su opinión, ello no es debido a las trabas burocráticas que impiden a la oposición expresarse y hacer llegar su mensaje, tal y como han denunciado las organizaciones de derechos del hombre, sino en la «debilidad» de las fuerzas políticas críticas, en especial aquellas de carácter liberal que no están representadas en el Parlamento. «La gente está descontenta por muchas razones, y tiene motivos para estarlo; pero cuando empieza a comparar y ve lo que propone la oposición, sobre todo la que no está en el Parlamento, le vienen las dudas», declaró.
LA RUEDA DE PRENSA
La rueda de prensa anual de Putin se convirtió, una vez más, en un vistoso espectáculo de varias horas de duración, donde los reporteros pugnaban por la atención presidencial con métodos escasamente convencionales como pancartas o dibujos. En el acto fueron planteadas desde cuestiones de política local, que a buen seguro serán resueltas de forma rauda por las correspondientes autoridades regionales, a candentes controversias acerca de la injerencia rusa en procesos políticos de países occidentales y que fueron repondidos con los mantras de «superchería» fabricada por sus enemigos políticos.
DIARIOCORDOBA