Murió Charles Manson el pasado 19 de noviembre. Un mes antes y el obituario habría coincidido con el estreno en Netflix de Mindhunter, un viaje en el tiempo, en 10 capítulos, al momento (finales de los años 70) y al lugar (Quantico, el hogar del FBI) en que fue acuñada por primera vez la expresión serial killer. A Manson se le adjetiva muy alegremente así en las biografías periodísticas que sobre él se han escrito, asesino en serie, pero es cuestionable que merezca ese título. No se acreditó en el juicio que fuera el autor material de ninguno de los crímenes por los que fue condenado. Era, sí, el inductor, como padre que era de la llamada familia Manson, sus lunáticos acólitos. Ante el tribunal y después ya en la cárcel hizo crecer el personaje que era o simulaba ser, a poco que se mire asépticamente, un histrión. Mindhunter, al menos la primera temporada, porque habrá una segunda, no va de eso. Va de algo mucho peor. De Ed Kemper, por ejemplo.
DIARIOCORDOBA